Hace unos
cuantos años, en el instituto, tuvimos que aprendernos 20 versos de "La
vida es sueño" y recitarlos después ante los compañeros. Yo escogí las
tres primeras estrofas que suceden. Bea las dos últimas. Nuestra idea
era recitarlas seguidas, dando forma al discurso de Segismundo. Creo que
la puesta en escena no fue tan espectacular como imaginábamos, pero doy
fe que la selección del texto fue pormenorizada. Recuerdo llegar a casa
y leerme la obra casi al completo buscando aquellos 20 versos que, a mi
entender, expresasen más y mejor. A día de hoy no estoy segura de si di
con ellos, pero al menos sigo recordando todas y cada una de las
palabras de este fragmento de Calderón de la Barca:
LA VIDA ES SUEÑO - JORNADA III - ESCENA XIX
Es verdad; pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos;
y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe
y en cenizas le convierte
la muerte ¡desdicha fuerte!
¿Qué hay quien intente reinar
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí,
de estas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
(Pedro Calderón de la Barca, 1636-1673)
La
temática de la obra es la de entender la vida como un sueño, un simple
tránsito, y la muerte como el verdadero despertar de la vida autentica,
la vida eterna. De modo que las circunstancias de la existencia humana
pierden su valor y lo adquieren las pruebas que permiten el juicio
divino de cada cual tras su muerte. (La formación jesuita de Calderón le llevó a asumir esta postura católica.)
Desde mi
punto de vista, este pesimismo, casi existencialismo cristiano… Esta
idea de que la vida es ficción y el mundo es un teatro de apariencias,
es, cuanto menos, exagerada.
Calderón vivió
en otra época y tuvo una educación muy distinta de la que
(afortunadamente) podemos recibir nosotros. Su obra es innegablemente
bella, pero a veces recurrimos a ella para caer en tópicos como “toda la
vida es sueño” o “lo sueños, sueños son”.
La vida es
mucho más que un sueño. De hecho, la vida está para vivirla. No es malo
soñar despierto, pero sí olvidarse de vivir. Si nos refugiamos
demasiado en el sueño, o en la ilusión del mismo, tal vez sea porque
necesitemos ponernos manos a la obra y hacer realidad nuestros sueños
.