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31 de mayo de 2018

Skolatāja

Durante un tiempo maravilloso (que ahora se antoja tan corto) he tenido el honor de ser (entre otras cosas) skolatāja (profesora) en la escuela primaria y secundaria de Rekova (Letonia).
Ha sido un gran reto; no solo para mí, sino también para el resto de profes y, por supuesto, para mis alumnos (con edades comprendidas entre los 4 y 16 años). La falta de un idioma en común podría haber sido un problema, pero gracias a la paciencia, el cariño, la comprensión y el tiempo de mucha, mucha gente, hemos sacado el curso adelante. ¡Y menudo curso!
Ha estado lleno de vivencias muy intensas, experiencias nuevas, e incluso algunas situaciones surrealistas (un alumno letón, de 10 años, haciendo de traductor de inglés para una reportera española). Juntos hemos pasado frío y penas, pero también calor (¡espléndida primavera!), muchas alegrías e infinitas sonrisas. También hemos compartido idiomas y culturas (más de cuatro).
He podido acompañar a los más mayores mientras se van afianzando en este loco mundo y forjando como personas. Me he emocionado cada mañana de miércoles y viernes (siempre que lograba compaginar el cole con la guarde) con la ilusión inagotable de los más pequeños. Sus cálidos abrazos quedarán para siempre guardados en mi memoria.

Ésta es, probablemente, la aventura más enriquecedora que he tenido nunca. He aprendido tanto y de tanta gente…
Tengo la certeza de que mis alumnos me han enseñado mucho más que lo que yo haya podido llegar a inspirarles a ellos.
Hoy ha sido el último día de curso y el colegio al completo me ha dado las gracias con palabras, pero sobre todo con flores (es así como los letones muestran su gratitud y aprecio).
Yo, sin embargo, me he quedado sin habla. Y es que ya me siento una más de esta gran familia que es Rekova (y Viļakas pagasts) y no puedo imaginarme cómo serán las mañanas a partir de ahora, sin tropezarme con decenas de alumnos que me digan: Hi! Labrīt! Привет! o incluso… ¡Hola!
Sólo puedo decir:
LIELS PALDIES PAR VISU!

10 de octubre de 2013

Edución pública y de calidad ¿LOMCE?

Hoy es un día de luto para la educación pública y de calidad. La LOMCE no solo no es la solución educativa que necesita nuestro país, sino que supone dar varios pasos atrás a todos los derechos que conquistaron nuestros abuelos y padres. Valores como la universalidad de la enseñanza y la equidad se ven comprometidos "gracias" al nuevo modelo de educación diferenciada.
Y qué decir del aumento de un 10% de la ratio (ya elevada por el RD el año pasado), y de la supresión de asignaturas y áreas específicas (Tecnología, Ciencias del Mundo Contemporáneno, Cultura Clásica... se veran afectadas). Eso sí, se mantiene y se sigue financiando la asignatura de religión católica (todo aquel que no curse religión deberá cursar la asignatura de "valores", que a saber cuáles son)...
Que no nos engañen, esta ley parte de la premisa de que la calidad educativa debe medirse en función de los resultados de los estudiantes y no del nivel de inversión, del profesorado, de los centros... (de ahí que se reduzca la inversión educativa y reaparezcan las reválidas).
A continuación cito algunos fragmentos de la nueva ley que se definen por sí mismos: "El director del centro dispondrá de autonomía para(...) rechazar la incorporación de personal procedente de las listas centralizadas(...) proponer de forma motivada el nombramiento de profesores...". (Añado yo: dando lugar a la posibilidad de elección a dedo que tan buenos resultados da en este país...).
Ya termino, pero no porque quiera, si no porque el nivel de indignación al que estoy llegando a medida que leo la LOMCE me impide pensar con claridad, pero que sepáis que ahí no acaba todo. Me he dejado en el tintero gran parte de los desastres que se nos avecinan. Si quereis escandalizaros vosotros mismos, solo tenéis que leer el precioso preámbulo de la flamante nueva ley de educación (con eso ya os haréis una idea de lo que nos espera).
Y añado: la educación no debería estar supeditada al gobierno de turno ni a ningún partido político. Educación pública, universal, y de calidad, de todos para todos.

27 de enero de 2013

Qué es educar



Considero que solamente a través del aprendizaje las personas obtenemos un conjunto de habilidades y conocimientos que nos proveen de herramientas para resolver todo tipo de problemas y dificultades. Aprender supone una búsqueda cotidiana y permanente de conocimientos incorporados a través del estudio, la reflexión de las experiencias vividas y la realidad, es decir, la vida es un aprendizaje constante.

Por lo tanto, ser maestro es algo más que una profesión o un trabajo; es una vocación, una dedicación, una entrega absoluta hacia la vida y su futuro. La enseñanza tiene una importante misión en la formación de personas, por lo que ser maestro implica transmitir, enseñar, investigar, formar y educar sobre distintas materias y conocimientos, pero, por supuesto, también implica formar sobre la esencia del ser humano, sus valores y principios. De este modo, la educación es (y debe seguir siendo) un pilar fundamental de nuestra sociedad.


Educar es lo mismo

que poner un motor a una barca...

hay que medir, pensar, equilibrar...

... y poner todo en marcha.


Pero para eso,

uno tiene que llevar en el alma

un poco de marino...

un poco de pirata...

un poco de poeta...

y un kilo y medio de paciencia concentrada.


Pero es consolador soñar

mientras uno trabaja,

que ese barco, ese niño

irá muy lejos por el agua.


Soñar que ese navío

llevará nuestra carga de palabras

hacia puertos distantes, hacia islas lejanas.


Soñar que cuando un día

esté durmiendo nuestra propia barca,

en barcos nuevos seguirá

nuestra bandera enarbolada.



Gabriel Celaya

Gabriel Celaya, además de dejarnos unas bellísimas palabras sobre la educación, nos transmitió una visión muy adecuada sobre el trabajo del docente, quien no ha de limitarse a encender el motor y viajar con sus alumnos, sino que ha de atender a las singularidades de cada uno y ayudarles (medir y pesar: planificar) para que encuentren su lugar, su sitio en el mundo, en función de sus características y capacidades. El profesor tiene que conseguir que el navío, la clase, salga a flote y pueda surcar el mar del aprendizaje para, por fin, llegar a la preciosa tierra del saber (ser y estar).

En el plano didáctico, la formación equivale a educación de la persona para la vida. Es decir, la educación pretende que cada persona sepa utilizar su libertad de forma autónoma. No se trata de aprender mecánicamente ni obedecer sin pensar; el buen aprendizaje conlleva el desarrollo de una personalidad única, creativa y crítica. Como decía John Ruskin “Educar a un joven no es hacerle aprender algo que no sabía, es hacer de él alguien que no existía”. Es cierto que la instrucción (entendida como transmisión de conocimientos) es necesaria y está unida a la educación, pues el desarrollo de la persona se produce a través de las dos vías, pero esta instrucción ha de estar complementada por la orientación (educación en valores, actitudes y virtudes). Los valores básicos y comunes a la humanidad tienen como objetivo didáctico (y no instructivo) la consecución de personas y personalidades maduras y plenas. De este modo, se puede distinguir entre una formación superficial: saberes y competencias, y una formación profunda que incluye la madurez personal y social: el autoconocimiento.

Solo desde una formación integral (superficial y profunda) en la que se eduquen “mano, cabeza y corazón” y se incluyan aprendizajes significativos y relevantes, la educación logrará una evolución humana que propicie la inclusión activa del hombre en la naturaleza, sociedad y cultura.

Que no se nos olvide que se enseña y aprende para cambiar la vida, por lo que la educación nunca ha de estar subordinada a intereses políticos ni económicos, pues en tal caso no conduciría al pleno desarrollo de la personalidad humana ni de actitudes democráticas tales como la fraternidad, la solidaridad y la libertad.

"La educación es el arma más poderosa que podemos utilizar para cambiar el mundo"
Nelson Mandela