27 de junio de 2018

Sin palabras

He intentado escribir algo a lo que aferrarme. Pero no he encontrado las palabras. Es más, sentía (y siento) que aún no existen aquellas que necesito.
Luego me he reconocido al recordar la frase de Pizarnik: "para que las palabras no basten es preciso una muerte en el corazón".

31 de mayo de 2018

Skolatāja

Durante un tiempo maravilloso (que ahora se antoja tan corto) he tenido el honor de ser (entre otras cosas) skolatāja (profesora) en la escuela primaria y secundaria de Rekova (Letonia).
Ha sido un gran reto; no solo para mí, sino también para el resto de profes y, por supuesto, para mis alumnos (con edades comprendidas entre los 4 y 16 años). La falta de un idioma en común podría haber sido un problema, pero gracias a la paciencia, el cariño, la comprensión y el tiempo de mucha, mucha gente, hemos sacado el curso adelante. ¡Y menudo curso!
Ha estado lleno de vivencias muy intensas, experiencias nuevas, e incluso algunas situaciones surrealistas (un alumno letón, de 10 años, haciendo de traductor de inglés para una reportera española). Juntos hemos pasado frío y penas, pero también calor (¡espléndida primavera!), muchas alegrías e infinitas sonrisas. También hemos compartido idiomas y culturas (más de cuatro).
He podido acompañar a los más mayores mientras se van afianzando en este loco mundo y forjando como personas. Me he emocionado cada mañana de miércoles y viernes (siempre que lograba compaginar el cole con la guarde) con la ilusión inagotable de los más pequeños. Sus cálidos abrazos quedarán para siempre guardados en mi memoria.

Ésta es, probablemente, la aventura más enriquecedora que he tenido nunca. He aprendido tanto y de tanta gente…
Tengo la certeza de que mis alumnos me han enseñado mucho más que lo que yo haya podido llegar a inspirarles a ellos.
Hoy ha sido el último día de curso y el colegio al completo me ha dado las gracias con palabras, pero sobre todo con flores (es así como los letones muestran su gratitud y aprecio).
Yo, sin embargo, me he quedado sin habla. Y es que ya me siento una más de esta gran familia que es Rekova (y Viļakas pagasts) y no puedo imaginarme cómo serán las mañanas a partir de ahora, sin tropezarme con decenas de alumnos que me digan: Hi! Labrīt! Привет! o incluso… ¡Hola!
Sólo puedo decir:
LIELS PALDIES PAR VISU!

12 de abril de 2018

Primavera

Me oíste llegar porque estaba riéndome a carcajadas mientras subía las escaleras; después me viste, con flores prendidas en el pelo y acarreadas en los brazos...
Tras tu mirada de curiosidad, te expliqué que la primavera me avisaba de su llegada cuando mis alumnos empezaban a recibirme por las mañanas con flores que recogían camino al cole.
Me cogiste de la mano y me llevaste al parque. No paraste hasta que encontraste la flor más bonita de todas. Con la misma carita de ilusión que ponían mis niños, me la ofreciste en un gesto impaciente, más tosca que gentilmente. Y sonreí, porque en aquel momento fui consciente de que la primavera no es la causa de que broten flores en mi vida, sino tú.
(Qué suerte compartir primaveras contigo, aunque sea a miles de flores de distancia -geográfica-)

12 de febrero de 2018

Cálida excursión invernal

De vez en cuando, todos deberíamos volver a pasar una tarde teniendo 13 o 14 años. Hoy mis alumnos de séptimo me han llevado de excursión. Para empezar la aventura, hemos cruzado un estanque congelado al que a veces van a pescar. Luego hemos atravesado el bosque mientras saltábamos sobre la nieve, que nos llegaba más arriba de la rodilla. Subir y bajar colinas ha sido todo un reto (os juro que me sentía como en la pelicula de El Señor de los Anillos, en la ladera de la montaña, luchando contra la nieve y el viento). Tras trabajar un rato las piernas, hemos llegado a un pequeño cementario donde están enterradas antiguas generaciones rekovesas. Como lo estábamos disfrutando tanto, hemos seguido recorriendo el pueblo. Me han ido enseñando y explicando con detalle cada edificio, comentando quíen vive en cada casa, qué es lo que están construyendo al lado de la antigua iglesia, y dónde te dan el título cuando terminas el instituto.
Se nos ha acabado el pueblo y hemos continuado andando unos kilómetros hasta el siguiente. Allí me han enseñado la iglesia ortodoxa y hemos hecho otra ruta entre las casas, descubriendo no sólo dónde vive el alcalde, sino profes y alumnos, y averiguando quién cultiva té y frutos rojos, entre otras y variadas verduras, frutas y horitalizas.
Y antes de emprender el camino de vuelta... he bajado una rampa en trineo, mientras ellos me impulsaban y yo rezaba en mi interior para no acabar de cabeza en el río.

He aprendido tanto con ellos...
Me han mostrado en la nieve las huellas de animales y me han enseñado a reconocer las diferentes especies arbóreas de la zona. Me han contado muchas cosas sobre sus familias, sus intereses, aficiones, costumbres, mascotas...
Y cómo no, me han enseñado letón (otra cosa es que ya se me haya olvidado).
No os hacéis una idea de cómo se han esforzado por encontrar las palabras para expresar lo que querían contarme. Han sido tan pacientes... repitiendo las cosas en un idioma y en otro para hacerme partícipe en todo momento.
De verdad que estoy abrumada ante tanta paciencia, cariño, educación, alegría, ilusión...
Eso es lo más importante que me han enseñado hoy: a mirar el mundo y vivirlo desde la emoción y generosidad, compartiendo parte de nosotros con los demás.
Liels paldies, meitenes un zēni! Los 14.000 pasos que hemos dado esta tarde me han acercado aún más a vosotros y a vuestra cultura (cada vez más "nuestra").

29 de enero de 2018

Madrugada del 29 de enero de 2018

Hay madrugadas en las que los sueños se vuelven reales sin necesidad de cerrar los ojos. Madrugadas de miradas brillantes y corazones que revolotean en el pecho.
Hablo de las madrugadas por las que merece la pena cualquier pesadilla. Esas madrugadas plenas que desbordan vida y emociones. Madrugadas para grabar a fuego en la memoria. Madrugadas catárticas.
(Gracias a la vida por seguir sorprendiéndome y regalándome madrugadas únicas e inigualables.)
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06:41 am, 29 de enero de 2018. Rekova, Letonia.