4 de mayo de 2013

Somos gotas

Si quisieras recuperarme lo lograrías fácilmente derramando gotas. Pueden ser gotas de llanto, pero también gotas de saliva, gotas de semen, gotas de sangre, gotas de felicidad…
Derramarías gotas y ahí estaría yo, recogiéndolas en frascos de pasión y bebiéndolas a sorbos largos y espaciados, saboreándolas como se saborea un café solo en una fría tarde de lluvia.
Bebería hasta tu amargura en forma de lágrimas (siempre y cuando las guardases para mí). Te besaría lágrima a lágrima hasta dejarte seco, y después te regaría de amor.
Si lo hicieses, si eligieses quererme, entonces habrías de superar tu miedo a las tormentas. Tendrías que aprender a no abrir el paraguas cuando llueva y, como hago yo, dejar que las gotas que caigan te empapen las mejillas, el cabello… y te limpien el corazón.

Pero si eligieses olvidarme, solo habrías de llevarme al mar. Iríamos en bote de remos hasta pleno mar abierto, y una vez allí, me lanzarías al agua, dejándome a la deriva. Te alejarías poco a poco, con precaución, atento de que mi fuerte oleaje no te hiciese naufragar.
Yo jugaría y coquetearía con las olas. Bucearía y observaría cómo se esconden peces de variopintos colores y tamaños entre algas, corales y rocas. La noche me sorprendería haciendo piruetas en el agua. Me tumbaría boca arriba, haciendo el muerto, y miraría las estrellas; contemplaría la inmensidad del firmamento desde el insignificante océano. Con los primeros rayos de sol empezaría a nadar a contracorriente, acercándome a la playa sin apenas darme cuenta. Gastaría todas mis energías en alcanzar la orilla, y una vez allí, exhausta, me tumbaría, mojada y plena, sobre la arena. Y llena de arena y sal amanecería en mi nuevo puerto conquistado.

Mientras tanto, tú seguirías navegando, incluso a pesar de tener el viento en contra (o precisamente por eso). Visitarías muchos puertos y terminarías encontrando el correcto. Llegarías a buen puerto con una sonrisa pintada en los ojos y sin el recuerdo de nuestras tormentas pasadas.
Y fluiríamos los dos en libertad, como fluye la vida, como fluyen las gotas…
Gotas que se juntan de vez en cuando, haciendo surgir manantiales, y que se separan de repente, alejándose unas de otras sin saber si volverán a encontrarse. Cada gota por su cuenta, libre, independiente y sola, sigue, a su ritmo, su camino. Y la única certeza que queda es que en algún momento (no se sabe cuándo, dónde, ni con quién) la gota volverá a estar acompañada… y surgirá otro manantial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario