9 de diciembre de 2009

Un cardiólogo fuera de lo normal

Ricardo está preocupado. Hace tiempo que siente el corazón pequeño y encogido. Hoy, después de dos meses de espera, tiene cita con el cardiólogo de la seguridad social.
Es su turno. Avanza hacia la puerta de la consulta. No quiere reconocer que tiene miedo. Miedo a los resultados de las pruebas que le realizaron. Miedo a salir de esa estancia con malas noticias.
El médico, Don Miguel, parece un hombre serio. Un hombre serio que, sin embargo, no le invita a sentarse en una de las sillas. Se limita a decirle:
-Señor, su caso es tan rápido que no merece la pena que perdamos el tiempo con trivialidades.
-Entonces, doctor. ¿Sabe usted lo que tengo?
-En efecto querido Ricardo. Usted presenta un moderado caso de aflicción.
-Perdone ¿Le he entendido bien? ¿Aflicción?
-Sí. Aflicción. Tristeza moral. Angustia. Pesadumbre... Escucha. Es sencillo ¿Usted cuántas horas al día se dedica a sí mismo?
-Bueno... no muchas, pero normalmente si que tengo un rato para mi.
-Ya. Y... ¿Ese rato lo emplea en reflexionar sobre sus emociones o en ver la tele?
-En realidad procuro descansar. Ya sabe, en el sofá y...
-Lo que imaginaba. Entonces deduzco que si no se conoce a sí mismo tampoco lo hacen su familia ni sus amigos y por consiguiente su relación con ellos no es del todo sincera.
-¡Doctor! Sincera es.
-Usted intenta creer que tiene una vida transparente y sencilla pero amigo, deje de engañarse a sí mismo y empiece a buscar en su interior.
-No coincido con usted. Creo que hay una solución física y racional a todo esto.
-La ultima pregunta Ricardo. ¿Ha puesto alguna vez su corazón al sol?
-¿Qué? No.
-Lo que me temía. Aflicción.
-Bueno... suponiendo que fuese aflicción ¿Cómo se cura?
-Tan fácil como extender el corazón al sol. Que se airee y ventile un poco y luego que se caliente poco a poco. Si hace falta, ponlo a secar por los dos lados.
-Estoy perdido.
-Pues yo creo haber sido claro. Ya no le puedo ayudar más. Ahora le toca a usted amigo. Y por favor, deje la puerta abierta al marcharse. Que tenga un buen día y una feliz vida.
Ricardo sale preocupado de la consulta: extender el corazón, airearlo, calentarlo... y lo más complicado ¿DE DÓNDE NARICES VA A SACAR EL SOL NECESARIO EN PLENO MES DE DICIEMBRE?

Gracias, amigos, por esta segunda bienvenida si cabe más calurosa que la primera.
Los amigos no se escogen, ellos te escogen a ti; o se los rechaza, o se los acepta sin reservas. 

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