Estoy llenando mi memoria de buenos recuerdos para que me den fuerzas en los momentos de bajón. Las siguientes fotos contribuyen en gran medida a ello. Las hice durante este año en las ciudades de Praga, Salzburgo, Cádiz, Burgos y Madrid.
Praga. Mediados de Abril. Días compartidos en familia. Aprender a entenderla, a disfrutar de su compañía. Cuidar de los primos. Andar y andar y andar... para conocer la ciudad y para pasear el alma. 500 fotos en 5 días.
En Salzburgo, con las amigas flautistas, dimos un par de conciertos. Cuando cierro los ojos y pienso en este viaje me viene a la mente el verde intenso de los campos, los autobuses abarrotados, el compañerismo, la flauta travesera y la alegría con cada llamada recibida.
En esa pequeña cala logré conectar con mi alma. Lo recuerdo a la perfección, como si fuera ayer mismo: el calor de la arena, el frío del agua, el sol en mi espalda, mis trenzas llenas de sal... Y la felicidad. Allí. Enfrente. Al alcance de la mano.
Ese cerezo dañado del abuelo es nuestro símbolo familiar. Cerca de él también viví horas de profundo éxtasis. Y bajo esas puestas de sol, compartí el amor más sincero. Estos recuerdos durante algún tiempo estuvieron asociados a la felicidad. Ahora representan más bién todo lo que tuve y perdí.
Aquí, en la capital, he disfrutado con amigos y amigas. El retiro, Villaverde, un parque, la estación de tren... cualquier lugar es valioso. Lo que realmente importa es la compañía, y la mía ha sido maravillosa.
Quería regalaros algunos de los preciosos instantes que tesoro en mi memoria.
Espero poder añadir el próximo año más a la colección.
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