19 de diciembre de 2009

Pocas cosas engañan más que los recuerdos

Estoy llenando mi memoria de buenos recuerdos para que me den fuerzas en los momentos de bajón. Las siguientes fotos contribuyen en gran medida a ello. Las hice durante este año en las ciudades de Praga, Salzburgo, Cádiz, Burgos y Madrid.



Praga. Mediados de Abril. Días compartidos en familia. Aprender a entenderla, a disfrutar de su compañía. Cuidar de los primos. Andar y andar y andar... para conocer la ciudad y para pasear el alma. 500 fotos en 5 días.


En Salzburgo, con las amigas flautistas, dimos un par de conciertos. Cuando cierro los ojos y pienso en este viaje me viene a la mente el verde intenso de los campos, los autobuses abarrotados, el compañerismo, la flauta travesera y la alegría con cada llamada recibida.



En esa pequeña cala logré conectar con mi alma. Lo recuerdo a la perfección, como si fuera ayer mismo: el calor de la arena, el frío del agua, el sol en mi espalda, mis trenzas llenas de sal... Y la felicidad. Allí. Enfrente. Al alcance de la mano.



Ese cerezo dañado del abuelo es nuestro símbolo familiar. Cerca de él también viví horas de profundo éxtasis. Y bajo esas puestas de sol, compartí el amor más sincero. Estos recuerdos durante algún tiempo estuvieron asociados a la felicidad. Ahora representan más bién todo lo que tuve y perdí.



Aquí, en la capital, he disfrutado con amigos y amigas. El retiro, Villaverde, un parque, la estación de tren... cualquier lugar es valioso. Lo que realmente importa es la compañía, y la mía ha sido maravillosa.
Quería regalaros algunos de los preciosos instantes que tesoro en mi memoria.
Espero poder añadir el próximo año más a la colección.

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