Los tucanes
El mundo, como todos sabemos, en un principio estaba compuesto en su totalidad por tucanes. Tucanes de diversos colores: rojos, azules, verdes, rosas… Tucanes hembra y tucanes macho. Tucanes encantadores que vivían en paz y siempre eran amables los unos con los otros. En definitiva, eran perfectos. Todos igual de bellos, todos igual de inteligentes, todos con la misma dosis de creatividad.
Uno podría pensar que no podían pedir nada más, pero no fue así. Y es que losrucanes sufrían de aburrimiento. Tenían cierta desidia a sus monótonas vidas, que parecían estar guiadas por un resorte mecánico.
Pero un día un joven tucán nació diferente y como resultado de la mutación genética obtuvo más osadía que el resto de sus semejantes. Con su gran inteligencia decidió crear otra especie para que les hiciese compañía y transformase sus existencias en algo más que en una simple cadena autómata.
Es cierto. No os riáis. Si lo pensamos objetivamente, estos acontecimientos responden muy bien al origen del ser humano ya que no cabe en la mente de nadie que por propia voluntad alguien crease un ser como nosotros. Por eso, fruto de la casualidad, nacimos, dándole una estupenda sorpresa a los aburridos tucanes que poblaban la Tierra.
En el fondo debemos sentirnos orgullosos, pues somos el único error de una especie perfecta.
Mire donde mire, no paro de descubrir el egoísmo del hombre. Cada día me sorprende más. Y me planteo: si el mundo fuese de los tucanes ¿No lo mimarían más que nosotros? Dudo mucho que dejasen morir de hambre a sus hermanos del tercer mundo.
Pero claro, el mundo no es de los tucanes. Pertenece a los seres humanos. O nos ponemos las pilas ya o… no quiero ni pensarlo.
Imagino un mundo diferente. No, en realidad, una humanidad diferente. Y ese es mi problema. Como persona soñadora a menudo confundo los sueños con la cruda realidad.
Lo más difícil de aprender en la vida es qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar.
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