7 de abril de 2010

La nada

Hace tiempo que dudo de mí misma. Empecé dudando de las pequeñas cosas de la vida, más tarde de los actos y de los pensamientos, luego llegaron las inseguridades sobre los sentimientos (ahora que las conozco creo que estas son las peores, las que te hacen polvo el corazón y te dejan morir lentamente) y por último empecé a cuestionarme para qué demonios se vive. Y entonces me di cuenta de que dudaba de todas las personas y cosas que me rodeaban, que no encontraba ninguna respuesta porque no la había.
Y es triste, tristísimo, que te des cuenta de ello cuando aun te quedan cientos de batallas por luchar y sabes que perderás todas y cada una de ellas por mucho que te resistas, porque la vida es así. Acabas dudando siempre, lo que implica que nunca ganas. Nunca serás el vencedor porque las dudas están dentro de ti. Y de lo poco que sé es que no se puede huir de uno mismo porque... adivina... No lo lograrás, perderás todo en el intento.
Así es como se llega al punto de partida y de final, al círculo cerrado, a dudar de uno mismo, al vacío, a la nada...

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