27 de mayo de 2014

Vértigo

Y vuelve, sin avisar, el martilleo en el corazón que anticipa el vértigo y su posterior vacío. Apenas dura unos segundos, pero son suficientes para que reconozcas la sensación que se viene repitiendo en las últimas semanas. Ese anhelo inexplicable, esa necesidad de nada (lo tienes todo y a todos). Entonces, ¿qué es? ¿qué te falta?
Buscas, pero no encuentras una respuesta lógica. La coherencia dice que todo va bien, y sin embargo te sientes incompleta.
De pronto, lo ves. Te ves a ti misma, extranjera y extraña, en otra tierra y otro tiempo (que en realidad no son tan lejanos). Con la melena al viento, saltando sobre un trampolín mientras los aspersores del jardín llueven sobre (y para) ti. Tienes la despreocupación dibujada en el rostro y las manos preparadas para la siguiente voltereta en el aire. En definitiva, te sobran las ganas de echar a volar y la confianza en poder hacerlo. Te ves. (Ojalá te reconocieses).

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