16 de abril de 2014

Viajar

Hay 27ºC en la calle. Llego a casa con el cansancio y la sonrisa propios de los días de verano en los que no has hecho más que tumbarte al sol. Pero hoy es diferente, porque no es verano y porque dentro de dos horas salgo de viaje. Debería hacer la maleta, es más, debería estar hecha desde el lunes, pero mi procrastinación es cada día mayor, así que intento ponerme en situación, enciendo el ordenador (necesito escuchar música motivadora) y abro la lista de reproducción que llevo escuchando irrepetida e inagotablemente durante las dos últimas semanas. Pero una vez el ordenador está encendido cualquier excusa es suficiente para desviarme de las obligaciones, así que termino aquí, contando que mi odio por hacer maletas es directamente proporcional a la felicidad que me producen los viajes.

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