Hay 27ºC en la calle. Llego a casa con el cansancio y la sonrisa propios
de los días de verano en los que no has hecho más que tumbarte al sol.
Pero hoy es diferente, porque no es verano y porque dentro de dos horas
salgo de viaje. Debería hacer la maleta, es más, debería estar hecha
desde el lunes, pero mi procrastinación es cada día mayor, así que
intento ponerme en situación, enciendo el ordenador (necesito escuchar
música motivadora) y abro la lista de reproducción que llevo escuchando
irrepetida e inagotablemente durante las dos últimas semanas. Pero una
vez el ordenador está encendido cualquier excusa es suficiente para
desviarme de las obligaciones, así que termino aquí, contando que mi
odio por hacer maletas es directamente proporcional a la felicidad que
me producen los viajes.
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