21 de marzo de 2012

Preposiciones indecentes


Anocheceres que comienzan en tus brazos, perdiéndome entre tus piernas y colgándome de tu cuello. Manos que arrancan ropa con avidez, y lenguas y labios que acarician sin moderación.

Madrugadas que continúan ante miradas de deseo que se estrellan contra tu pecho, y se prolongan bajo y sobre tu cuerpo. Bocas que muerden para devorar, y caderas que expulsan, uno a uno, gemidos instintivos. Arañazos y huellas en la espalda, en los hombros, y en el alma.

Amaneceres que acaban contigo y conmigo, y se dirigen, por la senda del estremecimiento, hacia el clímax. Salivas y sudores entrelazados, fundiendo placer a sorbos agigantados.

Para, finalmente, ver tu cuerpo, desnudo, yendo desde el temblor, hasta la luz.

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