Comienza la semana número 12 de mi verano universitario. Comienza
también mi semana número 12 trabajando en Inglaterra sin parar. Entre
trabajo y trabajo, entre viernes y lunes, o entre la cena y el
crepúsculo, estoy teniendo tiempo para conocer gente y lugares
maravillosos.
Es verano, pero aquí hay días que no lo parece. Nunca sabes si mañana
será un día soleado y cálido o uno húmedo y gris. Nunca sabes con
certeza qué nueva ciudad visitarás el fin de semana ni qué gente
conocerás esta noche en el centro. No sabes cuantas personas os
reuniréis para jugar el partido de baloncesto de los viernes, ni al lado
de quién te sentarás en el próximo viaje en tren.
Es fascinante no saber, porque cuando menos te lo esperas, aparece.
Aparece un día cálido. Aparece el rincón perfecto en el que sentarse a
descansar a la orilla del río. Aparecen maravillosos compañeros de viaje
e incluso 5 o 6 amigos de verdad. Aparece un viajero del tren con el
que entablas una conversación de dos horas. Apareces en un pub tomando
cerveza con decenas de personas que hacía unos días no conocías. Aparece
un arco iris doble en mitad de un parque mientras juegas al baloncesto
bajo la lluvia.
Cuando menos te lo esperas, aparece. Aparece el día en el que te das
cuenta de que estás (física y emocionalmente) justo donde quieres estar.
PD. Feliz verano. (I still believe in summer days, even when it is raining).