28 de marzo de 2010

Miguel Hernández

ELEGÍA A RAMÓN SIJÉ 

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
a quien tanto quería)
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las ladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.


Tal día como hoy, hace 68 años, murió éste celebérrimo poeta.
In memoriam

26 de marzo de 2010

Nostalgia

Hoy siento nostalgia. Nostalgia de aquél tiempo en que... podía sentirme afortunada por reunir las dos cosas más importantes en la vida. Amistad y amor. Todo ello en una única canción.


Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor. Estoy empezando a creerlo.
No sé qué me pasa pero últimamente no me reconozco. No sé quién es esta Laura que está escribiendo, no sé quién es la extraña que se levanta cada mañana a las siete para ir al instituto. No me encuentro. Y no me gusta. Si esto, al menos, fuese un cambio para bien, lo aceptaría de buen grado, pero estoy segura de que lo que estoy viviendo es un secuestro de personalidad, una represión de los sueños.

23 de marzo de 2010

¿Sabes?

-¿Sabes? Pensé que deberías saberlo.
-¿Saber qué?
-Que alguna vez fuiste feliz conmigo.
Me dejaste petrificada. Muda de asombro. Y luego, con todos los acontecimientos que se sucedieron, no encontré la ocasión de responderte.
-¿Sabes? Cada vez que pienso en ti y en todo lo que compartimos, se dibuja una sonrisa en mi cara.
Espero que eso te responda.
Nada es del todo blanco ni del todo negro. Creo firmemente en los tonos grises. Es más, creo que la vida, a pesar de ser injusta, siempre nos da algunos regalos. Sólo hace falta saber verlos.

17 de marzo de 2010

Un rayito de sol para mí

Hoy los rayos de sol que inciden en mi cuerpo son como tus abrazos. El calor, tus besos recorriendo mi espalda. La brisa, tus manos jugando con mi cabello.
Y aunque sepa que en diez minutos te voy a ver, la espera no deja de ser emocionante. Mariposas en el estómago. ¡A estas alturas! Quién lo iba a decir... Nervios a flor de piel. Adrenalina. Éxtasis. Calor. Mucho calor.
Eres como un rayito de sol que entra por la ventana y alegra el día a aquel que sólo esperaba encontrar nubes en el horizonte.
Pues eso, que eres mi rayito de sol.

15 de marzo de 2010

El talismán de las palabras

La primera vez que Cecilia se fue de casa nadie le dio mucha importancia. Una mujer que necesita unos días para descansar de su trabajo y de sus obligaciones como madre no llama la atención. O al menos no la llamó en nuestra familia, pues en cierto modo lo agradecimos ya que fue un alivio dejar de escuchar sus constantes gritos. La segunda vez que Cecilia abandonó su hogar, tampoco cundió la alarma en éste. Todos sabíamos que en dos días regresaría. Y así, poco a poco, nos fuimos acostumbrando a sus cada vez más frecuentes escapadas a casa de una hermana o de una amiga. Escapadas que tenían un solo motivo: nosotros. Esposo e hijos. Nosotros y ella, que no sabíamos conectar.
Probablemente nunca la hayamos ayudado mucho. Y ella, que es una mujer proclive al tremendismo y a la exaltación, cayó en una depresión de la que tardó unos meses en salir. Cuando el médico nos advirtió, empezamos a tratarla con cautela. Como si fuese una muñequita de porcelana. Hablábamos con ella en susurros, obedecíamos sus órdenes sin cuestionarlas. Teníamos temor a romperla y, sin embargo, no pudimos mantenerla entre algodones para siempre, pues llegó el momento en el que se recuperó y volvieron los gritos, las peleas y... y las palabras hirientes. Ambas partes nos pusimos la zancadilla. Era una lucha interna por el poder. El control de la situación familiar se había convertido en una guerra, y a ésta se había sumado la pelea que Cecilia mantenía contra sí misma y contra el mundo.
La situación era tan insoportable que esta vez fue el marido quien huyó del hogar. Entonces fue cuando me alarmé. Mi padre, siempre tan metódico, tan amable, tan tranquilo... había sido herido de muerte por mi madre y se marchaba para que sus hijos no presenciásemos la derrota.
Casi podía atisbar el final. Un final no me desagradaba en absoluto. Pero ninguno de los dos fue capaz de dar el paso y el terminó volviendo. La excusa oficial fue la enfermedad de la hija pero... padre e hija sabemos que detrás de este pretexto había algo más. La cuestión es que debido a la hija o a la soledad, el volvió. Y ella se marchó. Ayer mismo. Se llevó el último libro que la presté: "La doctora Cole". Y sé por qué lo hizo. Sé que es su forma de manifestar que, vaya donde vaya, tiene una de mis posesiones más preciadas. Que se lleva un pedacito de mí. Es su manera de decir que no se queda, pero que tampoco termina de marcharse. Que se encuentra en una huida constante.
Si de joven alguna vez la hubiesen dicho que la vida no es como uno la imagina, que la perfección no existe y que en ocasiones hay que ceder. Si la hubieran dicho explicado la importancia de la comunicación oral con los demás. Si hubiesen dirigido su mirada hacia las palabras... quizás nada de esto hubiese sucedido. Quizás ella habría aprendido a vivir con lo que ella misma había elegido. Quizás, y solo quizás, Cecilia habría conocido la felicidad.
No. No quiero convertirme en una persona como mi madre. En una de esas que necesitan vivir por encima de los demás para demostrarse a sí mismas su valía. No quiero aliñar mis días con vinagre. Prefiero el aroma del aceite y las palabras. Siempre. Las palabras. Pero a mi pesar, cada día me parezco más a ella. Día a día voy matando mi alegría y la de los demás. Tengo miedo a hacer daño a los demás. Tengo miedo a enamorarme de un hombre tan ingenuo como mi padre, y romperle el corazón. Me atemoriza la idea de desperdiciar mi vida buscando una quimera. Pero lo que más me espanta es pensar que un día me miraré al espejo y descubriré que soy una mujer sola y triste.

11 de marzo de 2010

Momento

Partiendo del significado de la palabra momento como instante de tiempo y no como la magnitud vectorial que equivale al producto de la masa por la velocidad, me he dado cuenta de que ha llegado el momento.
Momento de:
-Quitarse todas las espinitas que están clavadas en el corazón
-Refugiarse en cálidos abrazos
-Dejar pasar el tiempo
-Restar importancia a los problemas
-Sonreír
-Contemplar la luna
-Amar sin fronteras
-No hacer una montaña de un grano de arena
-Valorar a las personas que tenemos a nuestro lado
-Olvidar a los que nos hicieron daño
-Perdonar, no guardar rencor y pedir perdón
-Agradecer
-Esperar
-Reservar un rinconcito del corazón para cada persona amada.
-Superar los temores
-Ponernos en el lugar del otro y adecuar nuestro ritmo al suyo
-Pensar en todo y en nada
-Llenar los vacíos del corazón
-Recordar aquellos besos...
-Soñar con _____ (espacio reservado para el nombre que elija poner cada uno)
-Cumplir las promesas
-Encontrar el camino
-Recordar que lo que pasó, pasó, y no hay más remedio que vivir con ello
-Aceptar nuestros errores
-Valorar los regalos de la vida
-Desear
-Sentirse bien

No esperemos a mañana. Hoy, ahora, este instante, puede ser el momento adecuado para dejar de sobrevivir y empezar a VIVIR de una vez por todas.

9 de marzo de 2010

El país de la risa

La risa es la expresión de la alegría del alma y por eso su país es tan especial:
- Todos los humanos han habítado alguna vez en él, pues hasta los desdichados ríen
- Vistarlo es uno de esos escaso regalos de la vida que no necesitan razones para ser
- Viajar por él es más hermoso si se hace en compañía
- Es mágico: hace que los ojos brillen, el corazón se acelere y el rostro embellezca.
- Proporciona confianza y seguridad
- El hecho de vivir en él ya es un motivo para ser feliz
Casi todos los días me visita la risa pero creo que me voy mudar para siempre al país de la risa. Así seré yo la que la visite cuando quiera...
Os invito a venir conmigo

4 de marzo de 2010

El país de las lágrimas

El país de las lágrimas es tan enigmático, tan misterioso...
-Nadie te pregunta si quieres entrar en él
-No tiene fronteras
-Su lengua es universal
-Está abierto las 24 horas del día y no cierra por vacaciones
-No necesita razones: Se puede llorar por nada y por todo.
-Se basa en sentimientos y emociones
-Es un país contagioso: a veces, cuando le visitamos no podemos evitar que los demás vengan a acompañarnos.
Es tan misterioso que... hay días en los que cuesta distinguir el llanto de alegría del de la tristeza. Y días en los que no se sabe por qué se llora. O se sabe pero se ignora.
Hacía mucho que no me daba un baño de lágrimas en condiciones pero he descubierto que estos baños no son malignos. Las lágrimas saladas limpian tu interior y tranquilizan el alma, por eso no hay que intentar reprimirlas.
El único problema que le encuentro yo a este asunto de las lágrimas es el de la preocupación que se causa en los demás. La compasión por parte de los observadores y su impotencia al no poder intervenir para bien.
Que no se preocupen. A veces uno necesita llorar para sentirse libre.
Y vosotros... no temáis. Mañana volveré a ser la Laura-Kaede de siempre...
Hoy... hoy tengo un día sensible.