23 de diciembre de 2009

VUELO (inundemos la red de poemas de Miguel Hernández)

Me uno a la brillante iniciativa de ángel-z. Como ya he dicho con anterioridad, este escritor me fascina. Sólo vivió 31 años porque unos malnacidos le llevaron a la tumba. Estoy segura de que se quedó con muchas obras por escribir y mil cosas que contarnos. ¡Qué pena!
In memoriam:

VUELO
Sólo quien ama vuela. Pero ¿quién ama tanto
que sea como el pájaro más leve y fugitivo?
Hundiendo va este odio reinante todo cuanto
quisiera remontarse directamente vivo.
Amar... Pero ¿quién ama? Volar... Pero ¿quién vuela?
Conquistaré el azul ávido de plumaje,
pero el amor, abajo siempre, se desconsuela
de no encontrar las alas que da cierto coraje.
Un ser ardiente, claro de deseos, alado,
quiso ascender, tener la libertad por nido.
Quiso olvidar que el hombre se aleja encadenado.
Donde faltaban plumas puso valor y olvido.
Iba tan alto a veces, que le resplandecía
sobre la piel el cielo, bajo la piel el ave.
Ser que te confundiste con una alondra un día,
te desplomaste otros como el granizo grave.
Ya sabes que las vidas de los demás son losas
con que tapiarte: cárceles con que tragar la tuya.
Pasa, vida, entre cuerpos, entre rejas hermosas.
A través de las rejas, libre la sangre afluya.
Triste instrumento alegre de vestir: apremiante
tubo de apetecer y respirar el fuego.
Espada devorada por el uso constante.
Cuerpo en cuyo horizonte cerrado me despliego.
No volarás. No puedes volar, cuerpo que vagas
por estas galerías donde el aire es mi nudo.
Por más que te debatas en ascender, naufragas.
No clamarás. El campo sigue desierto y mudo.
Los brazos no aletean. Son acaso una cola
que el corazón quisiera lanzar al firmamento.
La sangre se entristece de batirse sola.
Los ojos vuelven tristes de mal conocimiento.
Cada ciudad, dormida, despierta loca, exhala
un silencio de cárcel, de sueño que arde y llueve
como un élitro ronco de no poder ser ala.
El hombre yace. El cielo se eleva. El aire mueve.
MIGUEL HERNÁNDEZ
Estaré ausente los próximos días (es una de las cosas que conllevan las navidades, que uno las tiene que pasar en familia).
Sobra decir que os echaré de menos.
Felices fiestas (aunque algunos no celebremos nada). Que las disfrutéis en compañía de vuestros seres queridos y que estén llenas de salud y amor.

Y ante todo, que la felicidad ilumine todos y cada uno de vuestros días.

PD. "Sólo quien ama vuela" Así que ya sabéis. A amar, a ver si así podemos disfrutar de altos vuelos.

19 de diciembre de 2009

Pocas cosas engañan más que los recuerdos

Estoy llenando mi memoria de buenos recuerdos para que me den fuerzas en los momentos de bajón. Las siguientes fotos contribuyen en gran medida a ello. Las hice durante este año en las ciudades de Praga, Salzburgo, Cádiz, Burgos y Madrid.



Praga. Mediados de Abril. Días compartidos en familia. Aprender a entenderla, a disfrutar de su compañía. Cuidar de los primos. Andar y andar y andar... para conocer la ciudad y para pasear el alma. 500 fotos en 5 días.


En Salzburgo, con las amigas flautistas, dimos un par de conciertos. Cuando cierro los ojos y pienso en este viaje me viene a la mente el verde intenso de los campos, los autobuses abarrotados, el compañerismo, la flauta travesera y la alegría con cada llamada recibida.



En esa pequeña cala logré conectar con mi alma. Lo recuerdo a la perfección, como si fuera ayer mismo: el calor de la arena, el frío del agua, el sol en mi espalda, mis trenzas llenas de sal... Y la felicidad. Allí. Enfrente. Al alcance de la mano.



Ese cerezo dañado del abuelo es nuestro símbolo familiar. Cerca de él también viví horas de profundo éxtasis. Y bajo esas puestas de sol, compartí el amor más sincero. Estos recuerdos durante algún tiempo estuvieron asociados a la felicidad. Ahora representan más bién todo lo que tuve y perdí.



Aquí, en la capital, he disfrutado con amigos y amigas. El retiro, Villaverde, un parque, la estación de tren... cualquier lugar es valioso. Lo que realmente importa es la compañía, y la mía ha sido maravillosa.
Quería regalaros algunos de los preciosos instantes que tesoro en mi memoria.
Espero poder añadir el próximo año más a la colección.

15 de diciembre de 2009

Las puertas blancas

Cuando desperté lo primero que vislumbré fueron las luces de neón del techo. A continuación se me emborronó la vista y empecé a ver sombras borrosas de color blanco... blanco y más blanco. Todo a mi alrededor era de ese color. Y por más que intenté enfocar la vista no lo logré. Creo que fue en ese instante cuando me preocupé realmente. Se me llenó el corazón de angustia y me empezó a entrar pánico. Tenía unas ganas terribles de gritar. Pero entonces me acordé de que hacía tan solo unas pocas semanas me había prometido a mí misma controlar la ansiedad y el temor. Y ¿Sabéis lo que hice? Me conté a mí misma una historia, la de una aventura que le ocurrió a una amiga de la familia y que siempre que escucho no puedo parar de reír:
Carla había ido a una entrevista de trabajo. El edificio estaba repleto de despachos y salas de reuniones, todos ellos con puertas grandes y de color blanco, lo que producía la sensación de encontrarse siempre en el mismo lugar por mucho que  se andase. Cuando Carla llegó a la sala que tenía asignada (no sin perderse antes un par de veces), se presentó a la entrevista. Una vez terminada ésta, el directivo con el que había estado hablando se marchó por una de las diversas puertas que había en la habitación, y cuando Carla fue a salir, no sabía por qué puerta tenía que hacerlo. De repente, escuchó unos pasos que se acercaban hacia ella y, pensando en lo estúpida que parecería si el entrevistador la veía todavía allí, abrió la primera puerta blanca que encontró y cerró tras de sí. ¡Menuda sorpresa se llevó al descubrir que se había metido en un ropero! Desde allí Carla escuchó cómo entraban dos personas en la sala donde había estado antes y comenzaban una entrevista. Carla, muerta de vergüenza, decidió esperar a que la entrevista finalizase para salir del armario. La ley de Murphy. Después llegó otra aspirante al puesto y comenzó otra entrevista... Carla, al ver que llevaba 45 min en el ropero y que no tenía la cosa pinta de finalizar pronto, abrió la puerta y, roja como un tomate, salió del armario diciendo. -Perdón, ya me iba.
Os lo imaginaréis. Nunca consiguió el trabajo.
Pues bien. Sola en la habitación de hospital, murmuré esta historia para mí. Logré mi propósito. Reírme. En inglés americano hay un verbo que da nombre a esta risilla tonta, esa que no se puede parar aunque no se sepa el motivo: to snigger. Y claro, tanto snigger aceleró las pulsaciones de mi corazón y la maquinita a la que estaba conectada mi cuerpo empezó a pitar a una velocidad alarmante. Llegó una enfermera y me dijo:
-¡Pero niña! ¿Acaso tienes algún motivo para reírte de esa forma? ¿Qué te hace tanta gracia?
Y justo en ese momento dejó de hacerme gracia todo. Me callé y la enfermera me miró con un deje de lástima en los ojos. Esta vez con voz más dulce me dijo:
-Venga, que ya acabamos. Ahora te vas a casa y descansas. El lunes estarás mejor.
Escuché estas palabras con rabia. Con verdadera rabia me hubiese gustado levantarme de la camilla, abrir la puerta y salir corriendo. Lo hubiese hecho de no ser por los tubos que me rodeaban, y porque el camisón no era precisamente la mejor ropa para salir a la calle. Nunca antes había deseado con tanta fuerza salir de un lugar, alcanzar alguna de las puertas blancas de la habitación. Yo, como Carla, buscaba la salida de aquél lugar La diferencia era que ella había podido elegir puerta aunque se equivocase. Yo no tenia esa opción. Permanecía atada. Sin derecho a intentarlo. Encerrada allí, me sentí chiquitita, muy chiquitita. Se fue la rabia tan repentinamente como había llegado y aparecieron las ganas de desaparecer. Es más, recuerdo que metí la cabeza debajo de la sábana para ver si lograba desaparecerme.
No me gusta que la gente sienta lástima por mí ni que me compadezca. No me gusta que sentirme sola. Y ante todo, no me gusta ignorar qué le pasa a mi cuerpo y a mi mente. Odio que me oculten la verdad.
Debajo de la sábana escuché cómo mi maltrecha alma se volvía a rasgar. Y allí mismo, la remendé. Cuando salí del hospital llevaba una sonrisa en la cara. Una sonrisa pequeña pero sincera.
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"La vida pasa volando, especialmente la parte que vale la pena vivir"

11 de diciembre de 2009

A correr en pos el mundo

Me he acordado de que por aquí causan mucho furor las poesías de Miguel Hernández y al leer esta no me he podido resistir a ponerla aquí.
EL AMOR ASCENDÍA ENTRE NOSOTROS
El amor ascendía entre nosotros
como la luna entre las dos palmeras
que nunca se abrazaron.
El íntimo rumor de los dos cuerpos
hacia el arrullo un oleaje trajo,
pero la ronca voz fue atenazada.
Fueron pétreos los labios.

El ansia de ceñir movió la carne,
esclareció los huesos inflamados,
pero los brazos al querer tenderse
murieron en los brazos.

Pasó el amor, la luna, entre nosotros
y devoró los cuerpos solitarios.
Y somos dos fantasmas que se buscan
y se encuentran lejanos.

MIGUEL HERNÁNDEZ
La vida sigue su curso. A veces para bien y otras para mal, pero seguir… sigue. Habrá que moldearla como podamos para que se adapte a nosotros y nuestra forma de sentir. Para que al menos, no nos desviemos del camino elegido, aunque este quizás no sea el mejor.

Parece que no acaba la época de las malas noticias. Eso sí, esta vez no me vencen. Ya he visto que el mundo no se para por nada ni para nadie. Asi que no queda otra que correr detrás del mundo. Agitando las manos y gritando, por si acaso se para unos segundos y logramos alcanzarlo.

9 de diciembre de 2009

Un cardiólogo fuera de lo normal

Ricardo está preocupado. Hace tiempo que siente el corazón pequeño y encogido. Hoy, después de dos meses de espera, tiene cita con el cardiólogo de la seguridad social.
Es su turno. Avanza hacia la puerta de la consulta. No quiere reconocer que tiene miedo. Miedo a los resultados de las pruebas que le realizaron. Miedo a salir de esa estancia con malas noticias.
El médico, Don Miguel, parece un hombre serio. Un hombre serio que, sin embargo, no le invita a sentarse en una de las sillas. Se limita a decirle:
-Señor, su caso es tan rápido que no merece la pena que perdamos el tiempo con trivialidades.
-Entonces, doctor. ¿Sabe usted lo que tengo?
-En efecto querido Ricardo. Usted presenta un moderado caso de aflicción.
-Perdone ¿Le he entendido bien? ¿Aflicción?
-Sí. Aflicción. Tristeza moral. Angustia. Pesadumbre... Escucha. Es sencillo ¿Usted cuántas horas al día se dedica a sí mismo?
-Bueno... no muchas, pero normalmente si que tengo un rato para mi.
-Ya. Y... ¿Ese rato lo emplea en reflexionar sobre sus emociones o en ver la tele?
-En realidad procuro descansar. Ya sabe, en el sofá y...
-Lo que imaginaba. Entonces deduzco que si no se conoce a sí mismo tampoco lo hacen su familia ni sus amigos y por consiguiente su relación con ellos no es del todo sincera.
-¡Doctor! Sincera es.
-Usted intenta creer que tiene una vida transparente y sencilla pero amigo, deje de engañarse a sí mismo y empiece a buscar en su interior.
-No coincido con usted. Creo que hay una solución física y racional a todo esto.
-La ultima pregunta Ricardo. ¿Ha puesto alguna vez su corazón al sol?
-¿Qué? No.
-Lo que me temía. Aflicción.
-Bueno... suponiendo que fuese aflicción ¿Cómo se cura?
-Tan fácil como extender el corazón al sol. Que se airee y ventile un poco y luego que se caliente poco a poco. Si hace falta, ponlo a secar por los dos lados.
-Estoy perdido.
-Pues yo creo haber sido claro. Ya no le puedo ayudar más. Ahora le toca a usted amigo. Y por favor, deje la puerta abierta al marcharse. Que tenga un buen día y una feliz vida.
Ricardo sale preocupado de la consulta: extender el corazón, airearlo, calentarlo... y lo más complicado ¿DE DÓNDE NARICES VA A SACAR EL SOL NECESARIO EN PLENO MES DE DICIEMBRE?

Gracias, amigos, por esta segunda bienvenida si cabe más calurosa que la primera.
Los amigos no se escogen, ellos te escogen a ti; o se los rechaza, o se los acepta sin reservas. 

8 de diciembre de 2009

Y finalmente, se acabó la época de él

Se había olvidado de olvidarle. Así fue como lo supo. Cuando te olvidabas de olvidar, te estabas acordando, pero cuando te olvidabas de olvidar, entonces ya habías olvidado.
Lo que hizo que ella le recordara no vino de ninguna acción de su cerebro (lo que habría significado que no podía olvidar), sino de una llamada en una fría tarde de domingo a principios de diciembre.
Era sencillo, cuando escuchó su voz, se acordó de él.
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Sintió una enorme alegría al verle de espaldas. Había ciertos sentimientos que era imposible destruir, por mucho que lo merecieran. Él se giró y la vio acercarse. ¿Por qué parecía tan feliz de verla? ¿Por qué estaba ella tan feliz de verle?
Tenía mejor aspecto. Se le véía erguido. Fuerte. La vez anterior su expresión había sido de súplica patética. Esta vez no era así.
Se sentaron juntos. Ella mantuvo las manos sobre las piernas y fijó la vista en los 30 cm de hierba rala que los separaban.
-He estado hecho polvo- explicó él.
Le creyó, aunque ahora no parecía muy hecho polvo.
- Me porté fatal- dijo ella.
-Tengo que contarte una historia- la dijo él- mirándola directamente.
-Vale- respondío ella (intuía que tenía un papel en aquella historia.)
-¿Recuerdas que me preguntaste si pensaba que te ibas a lanzar a mis brazos cuando me vieras?
Ella lo recordó abochornada. Lo había dicho con crueldad, para hacerle daño.
- Bueno, pues realmente eso era lo que pensaba- dijo él sin titubear. -Que te lanzarías definitivamente a mis brazos y que estaríamos juntos para siempre.
Aunque la resultó doloroso oir esto, ella admiró su honestidad.
-Conseguí los impresos de matrícula en diferentes universidades de Madrid.
Admiraba su honestidad pero en ese momento deseaba que cesara.
-Compré un anillo.
Se mordió la mejilla por dentro con tanta fuerza que sintió el sabor de la sangre. ¿Cómo podía decirla esas cosas? Era evidente que a él le resultaba tan doloroso decirlas como a ella oirlas. No sabía cómo responder.
-No pensaba que nos casaríamos- continuó diciendo él. -Al menos los primeros años. Pero quería darte algo para demostrarte que nunca te volvería a dejar.
Sintió que la aporreaban en la cabeza. La salieron lágrimas inesperadas. Él era muy valiente. Hacía falta tener mucho valor para hacer esa confesión. Ella sabía que no iba a parar hasta haberla acabado.
-Trabajé y estudié a la vez. Gaté casi todo lo que gané en el anillo. ¿Y sabes lo que hice con él?
Él la miraba tan fijamente que ella entendió que esperaba una respuesta. Sacudió la cabeza.
-Lo tiré.
Ella abrió los ojos como platos. Solía pensar que ella tenía una gran capacidad de destrucción pero no había contado con la de él. De pronto entendió que esa confesión era parte de la penitencia de ella. Y la de él. Era la penitencia de ambos.
Él se puso en pie. Le hizo falta mirala a la cara solo un segundo para saber que podía abrazarla. Y ella lloró en sus brazos. No eran lágrimas tristes en absoluto. Solo lágrimas que tenía que expulsar. Lloró sobre la camiseta de él. Y él la abrazó tan fuerte como pudo.
-¿Piensas que algún día podrás perdonarme?- la preguntó. Pero su voz no contenía ninguna exigencia. Ella sabía que podría responder sí o no y no por ello la dejaría de abrazar.
-Tal vez- dijo ella en voz baja. -Creo que quizá sí. ¿Y tú a mí?
-Ya estabas perdonada antes de contarte la historia, de otra forma no lo hubiera hecho. Dime, ¿quieres a alguien más?
-Lo intenté- respondió ella. -No se si puedo.
-Podrás- afirmó él.
Ella asintió contra el pecho de él. Se quedaron en esa posicion hasta que se hizo demasiado tarde.
Él se desprendió de ella lentamente, renuentemente. Ella sintió que el aire frió reemplazaba todas las partes que se habían estado tocando. Antes de separarse de ella, le puso las manos en la cara y le dio un beso lleno de deseo. Un nuevo tipo de beso: maduro y decisivo.
Apenas hubo desaparecido, ella volvió a tener la antigua sensación de echarle de menos. No escocía como una herida abierta, era más bien como el malestar de un resfriado que empezaba.
Se preguntó si realmente habían superado su relación. Parecía más bien que se habían superado a sí mismos.

4 de diciembre de 2009

La luna

Mi amigo Ángel siempre que me ve en mis horas bajas me dice una frase de un libro que leyó y por lo visto le caló hondo:
-Luz, para que investigues el motivo de tu tristeza.
Y ahora, que estamos en invierno y apenas hay luz, le he preguntado...
-¿Y en diciembre? ¿De dónde saco la luz para investigar mis penas?
Me ha contestado con total seguridad, como si la respuesta fuese obvia.
-¡De la Luna! ¿De dónde la ibas a sacar?
Y claro, esto me ha dado tema sobre el que pensar durante todo el día. Esta semana hay luna llena. Luna resplandeciente y repleta de luz. ¡Qué coincidencia! Esta noche, al volver a casa, me he parado y he mirado al cielo, deseando que los rayos de Luna me alcanzasen y me transmitiesen un poco de la esperanza que tanto necesitaré este puente.


Desde el principio de los tiempos la humanidad se ha sentido fascinada por ella. Ha sido objeto de reflexión por parte de los científicos e inspiración para los artistas.
Aquí os dejo una recopilación de obras que el ser humano ha creado inspirándose en la Luna. Para todos los gustos.
EN LAS NOCHES CLARAS
En las noches claras,
resuelvo el problema de la soledad del ser.
Invito a la luna y con mi sombra somos tres.
Gloria Fuertes

La Luna se aleja lentamente de la Tierra, a razón de 38 mm por año, 3 metros cada siglo (o al menos eso es lo que he leído).

La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía
Un pedazo de luna en el bolsillo
es el mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir
Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas
Jaime Sabines
Sus mares y océanos no contienen una sóla gota de agua pero se tienen curiosos nombres: Mar de Crisis, Mar de la Serenidad, Mar de la Fecundidad, Mar de Néctar, Mar de la Tranquilidad y Océano de las Tempestades.

VIAJE
Hoy me mira la luna
blanca y desmesurada.
¡Es la misma de anoche,
la misma de mañana.
Pero es otra, que nunca
fue tan grande y tan pálida.
Tiemblo como las luces
tiemblan sobre las aguas.
Tiemblo como en los ojos
suelen temblar las lágrimas.
Tiemblo como en las carnes
sabe temblar el alma.
¡Oh! la luna ha movido
sus dos labios de plata.
¡Oh! la luna me ha dicho
las tres viejas palabras:
«Muerte, amor y misterio...»
¡Oh, mis carnes se acaban!
Sobre las carnes muertas
alma mía se enarca.
Alma —gato nocturno—
sobre la luna salta.
Va por los cielos largos
triste y acurrucada.
Va por los cielos largos
sobre la luna blanca.


La Luna se nos va pero los hombres no pierden el tiempo. Ya han comenzado a vender parcelas en la Luna por un valor de 6,8 millones de dólares.
La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Niño déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño déjame, no pises,
mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
¡Cómo canta la zumaya,
ay como canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con el niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
el aire la está velando.
Federico García Lorca
Brilla la luna triste,
de sus ojos brotan lágrimas,
un lucero la acompaña,
en su silenciosa morada.
Hilillos de luz me lanza,
con absoluta ternura,
mis ojos besar procura,
para arrullarme en mi cama.
Bombilla de mi alma eres,
dulce canción que me calma,
esas penas que aún cabalgan,
en mi corazón que te quiere.
Brilla La luna triste,
porque mis besos no te alcanzan,
acompáñame en mi andanza,
por los caminos que existen.
Luciérnaga de mis noches,
faro inmenso,
corazón en llamas,
permite que mi poema llegue,
a tu mirada lejana.
Jhonny Caro

Un beso de luna para todos y cada uno de vosotros.
Y un rayito de ternura.

FELIZ FIN DE SEMANA/PUENTE

3 de diciembre de 2009

Duermo menos pero sueño más

Los tucanes
El mundo, como todos sabemos, en un principio estaba compuesto en su totalidad por tucanes. Tucanes de diversos colores: rojos, azules, verdes, rosas… Tucanes hembra y tucanes macho. Tucanes encantadores que vivían en paz y siempre eran amables los unos con los otros. En definitiva, eran perfectos. Todos igual de bellos, todos igual de inteligentes, todos con la misma dosis de creatividad.
Uno podría pensar que no podían pedir nada más, pero no fue así. Y es que losrucanes sufrían de aburrimiento. Tenían cierta desidia a sus monótonas vidas, que parecían estar guiadas por un resorte mecánico.
Pero un día un joven tucán nació diferente y como resultado de la mutación genética obtuvo más osadía que el resto de sus semejantes. Con su gran inteligencia decidió crear otra especie para que les hiciese compañía y transformase sus existencias en algo más que en una simple cadena autómata.
El tucán estuvo discerniendo buscando durante mucho tiempo unas bases desde las que enfocar la nueva vida pero después de bastantes noches en vela, decidió guiarse por el impulso y crear lo primero que se imaginase. Ya sabeis cuál fue el resultado… una especie llamada “Homo” en honor a su padre, Don Hoministrus.
Es cierto. No os riáis. Si lo pensamos objetivamente, estos acontecimientos responden muy bien al origen del ser humano ya que no cabe en la mente de nadie que por propia voluntad alguien crease un ser como nosotros. Por eso, fruto de la casualidad, nacimos, dándole una estupenda sorpresa a los aburridos tucanes que poblaban la Tierra.
Al principio las dos especies convivieron en armonía y la bondad de unos contrarrestaba la maldad de otros. Pero, como todo conflicto, el problema comenzó con un hecho trivial. Tan trivial (o no tanto) como la envidia. Un hombre mató a un tucán porque le parecía que era injusto que mientras el tucán fuese hermoso, él tuviese que conformarse con tener un tono rosado y pálido en todo el cuerpo. Y empezaron las complicaciones. Los hombres se revelaron y quisieron superar a los tucanes en todo. Sin embargo, como seres inferiores que eran, no lo consiguieron y se hundieron en la apatía y la desgana.
Los tucanes, tan buenos ellos, viendo que el hombre sufría, decidieron apartarse a un lugar lejano donde el ser humano no tuviese que soportar su perfección. Desde este lugar los tucanes fueron poblando la Tierra con más especies. Esta vez fueron especies bien pensadas y con una función específica: ayudar al hombre.
Así, desde la distancia, los tucanes todavía nos guían y protegen. A ellos les debemos nuestra existencia.
En el fondo debemos sentirnos orgullosos, pues somos el único error de una especie perfecta.
Mire donde mire, no paro de descubrir el egoísmo del hombre. Cada día me sorprende más. Y me planteo: si el mundo fuese de los tucanes ¿No lo mimarían más que nosotros? Dudo mucho que dejasen morir de hambre a sus hermanos del tercer mundo.
Pero claro, el mundo no es de los tucanes. Pertenece a los seres humanos. O nos ponemos las pilas ya o… no quiero ni pensarlo.
Imagino un mundo diferente. No, en realidad, una humanidad diferente. Y ese es mi problema. Como persona soñadora a menudo confundo los sueños con la cruda realidad.
Lo más difícil de aprender en la vida es qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar.

1 de diciembre de 2009

ÉL Y ELLA. ELLA Y ÉL.

Os dejo con un relato.
ELLA
“Sólo se quiere de verdad una vez en la vida, aunque uno no se dé cuenta.”
ÉL
“¿Sabe lo mejor de los corazones rotos? Que solo pueden romperse de verdad una vez. Lo demás son rasguños.”
ELLA
Es de madrugada, la acaba de dar una de esas crisis existenciales. En vez de permanecer tumbada en la cama intentando controlar la pena, se va al baño y se pone delante del espejo. Mira su rostro y se da cuenta de que tiene el aspecto de una persona que espera. Impaciente. Torturada. Frustrada. Pero sobre todo, que espera.
¿Qué espera ella?
A él. Por supuesto. Que estaba siempre allí mientras ella lo evita a conciencia.
Todavía espera que vuelva a ella, aunque no vaya a hacerlo. Ella sigue reservándose para algo que no va a pasar. Se la da bien esperar. Parece triste ser bueno para eso.
Necesita liberarse de él. Necesitaba seguir con su vida. Tal vez hasta volver a enamorarse.
Pero hay una trampa. Para desembarazarse del dolor, tiene que renunciar a lo demás también: la sensación de sentirse amada. La sensación de ser deseada e incluso necesitada. La forma en que él la miraba y la tocaba. El sonido de su nombre cuando lo decía él. El número de veces que él había escrito “Te quiero”.
No es al sufrimiento a lo que se aferra voluntariamente. Es a las cosas preciosas. Pero las cosas preciosas la atan, irremediablemente, al dolor.
Espera que él venga a por ella. Espera que la libere. Vive en silencio, pasivamente, en la orilla de las grandes vidas de otros: ocupa el espacio que dejan para ella.
Entonces llega a una conclusión: ya no puede seguir esperándole.
ÉL
No puede dormir. Nada habitual en él, que siempre procura llegar exhausto a la cama para quedarse dormido al instante y así no pensar.
Pero hoy ha soñado con ella. Tanto tiempo evitándola… Ha dedicado tantas horas a intentar aprender el arte del olvido para nada porque, al mínimo descuido, ella se ha colado en sus sueños.Esta noche la ha visto cercana. Extremadamente real…
Olvidar. Mirar al techo. No pensar en nada. Poner la mente en blanco. Buscar dibujos geométricos en el gotéele… Cualquier cosa con tal de borrar la memoria.
¡Vaya! Habría jurado que durante estas últimas semanas había logrado cierta estabilidad emocional.
ELLA a ÉL
Entonces, con una seguridad sorprendente, ella se dirige a su habitación. Saca dos hojas en blanco del cajón, se tumba en la cama y, apoyada en la almohada, comienza a escribir.
Con una pequeña bombilla como toda iluminación, escribe las palabras que le gustaría decirle a él. Una carta de amor. O desamor. Más bien una misiva.
Una misiva que nunca enviará:
Amor, te escribo con el propósito de desempañar los cristales que nos separan para que puedas observar a través de ellos con perspectiva.
¿Por que sabes qué? Vivo. Tengo una vida. Radicalmente opuesta a la tuya. Digo yo que ya va siendo hora de aceptarlo.Que si... que nos queremos ¿Y? Quizás yo quiera liberarme de este lastre de pena de amor que llevo colgado a la espaldaPuede que lo que yo necesite sea tomarme las cosas con más calma.
No dudes nunca de mi amor por ti. Pero sinceramente, no estoy para vivir así. Muerta de miedo, esperando unas pocas horas de éxtasis a cambio de angustias y remordimientos. Tu amor lo pudo todo. Ya no. No es cuestión de cobardía ni mucho menos. Todo se reduce a que ahora tengo más mundo a parte de ti. Pequeños bancos en los que apoyarme para lograr soportar esa pérdida que los dos sabíamos que llegaría tarde o temprano. Estoy lista para ello. Y tú también. Aunque no lo creas, ya no dependes de mí como antes.
Hay cosas que en ocasiones pueden más que el amor: La familia y los amigos. Y si estos dos se encuentran en distinto lado de la balanza que el amor… no hay mucho que hacer, o… ¿Acaso te ves tú con fuerza de enfrentarte a tanta gente? Yo no.
Que la felicidad ilumine tus días.
ÉL a ELLA
Puede que si la escribe un correo. Un mensaje, diciendo lo que siente, se le pase la impotencia que tiene en el cuerpo y vuelva a sí mismo:
Te quiero. No te olvido. Vuelve.
No. No vuelvas. Me dañarás más.
Vuelve.
No tiene palabras para describir lo que quiere porque ni él mismo sabe lo que quiere. La debería olvidar pero aún así, no puede. Supone que esto, como todo en la vida, requiere su tiempo.
Es más. Si lo piensa, creeque en realidad todo se reduce a una mera cuestión de tiempo. A acostumbrarse a la ausencia.
ELLA
Deja las hojas y el bolígrafo en la mesa. Definitivamente, si ya estaba convencida, escribir esas palabras ha servido para que se reafirme. Hay una frase que se ha quedado con ganas de escribir en la misiva. ¡Qué pereza levantarse para escribirla!
Se limita a susurrar:
- Ya no puedo seguir esperándote.
ÉL
Vuelve a la cama. Fija su vista en el techo durante un rato y de repente le entra la inspiración. ¡Ya sabe qué la quiere decir!
-Quizás. Una palabra tuya que de tanto usarla la acabé convirtiendo en mía. Sí, amor, quizás. Cuando los años hayan pasado y mi piel no rejuvenezca cada día pero todavía el sol siga siendo amarillo. Entonces, quizás. Nos encontraremos en un pueblecito de la bahía de Cádiz.
ÉL Y ELLA
“Es curioso lo fácil que es contarle a solas a un trozo de papel lo que no te atreves a decir a la cara.”
Ambos eliminan el email y la carta respectivamente y apagan la luz.
Ella escucha un rato la radio pero pronto se queda dormida.
Él se pone los cascos con música a un volumen muy alto. No duerme más en toda la noche.
En unos meses ambos aprenderán a conciliar el sueño con presteza.

Hoy es el día mundial de la lucha contra el SIDA. Almu. Allá donde estés: te queremos y te echamos de menos. Que llegue pronto el día en que esta enfermedad no se cobre más vidas.